En la foto se lee el poema dedicado a Rubén Ramos Acosta.
"Tan hermoso como el encuentro casual
de un paraguas y una máquina de coser sobre una mesa de quirófano”.
Así, como lo hizo Mallarmé, hubiéramos definido el encuentro de varios
poetas, una bohemia para recapitular la navidad, un poeta de las nuevas
fronteras del conocimiento y varios amigas y amigos de la vida, el arte y las
letras en este rincón de Puerto Rico que se llama Utuado.
Siempre hay encuentros y desencuentros que animan las gratas
experiencias de la vida. Así ocurrió el
sábado cuando después de más de 25 anos pudimos estar reunidos Salvador
Villanueva Machuca, Reinaldo Marcos Padua y el suscribiente. Nuestra crónica personal en torno a la
revista En el país de los tuertos, de la cual fuimos fundadores está narrada en
otra crónica que verá la luz oportunamente.
El jueves, cuando ya salía junto a mi esposa para el encuentro de unos
pocos amigos y amigas en el encantador chalet del amigo y colega poeta Quique
Puig, me llama Reinaldo para informarme que estaba en Utuado con la segunda
edición de mi poemario Pequeño Bar Nocturno y, más importante aún, que estaba
con Salvador Villanueva, cenando en un restaurante de la localidad y que
Salvador me entregaría copia de su libro El corazón en huelga, también en nueva
edición de la editorial Los libros de la Iguana.
Del restaurante local nos dirigimos a la casa de Quique Puig en Salto
Arriba para abrir los cauces de una nueva noche en el acogedor espacio del
amigo poeta. Allí hubo excelente
conversación, Reinaldo tomó una vieja guitarra y la hizo vibrara como en los mejores
tiempos. Nos obsequió exquisitos boleros
junto a la queridísima amiga Maruchi, le entregamos un poema homenaje a Rubén
Ramos Acosta que regresaba del viaje al mundo de los Mayas y disfrutamos de un
exquisito asopado de pollo que prepararon Gloria, mi mujer y la compañera Doris
Torres, con la aportación exquisita de los adobos naturales de Maruchi (tiene que repetirse el asopado). Unos cuantos de los conspiradores habituales
se lo perdieron por confundir la fecha, la próxima vez deben estar más atentos
y atentas. Edgar Reyes, nuestro cronista
en las redes sociales, estuvo con su cámara permanentemente, recogiendo
detalles gráficos de la actividad y Quique Puig se sentía extremadamente alegre
de la visita mientras desde una esquina Ramón Vázquez con un atuendo que me
recordaba a Diego Velázquez, el pintor español, junto a su querida esposa Sara,
planificaba líneas y formas para la noche. Cuando no cantaba Reinaldo dialogaba
sobre literatura con la joven poeta y escritora Cynthia Montalvo, que deberá
tomar en el próximo mes de agosto los cursos sobre la historia de la novela que
Reinaldo ofrece a los estudiantes graduados de la Universidad del Sagrado
Corazón, alentador encuentro entre un veterano escritor y una promesa
literaria. Mientras tanto Yolanda
Molina Serrano tejía nieblas en una esquina del balcón que cuelga en el pequeño
bosque de Quique, y Carmen Luz Rodríguez vencía con decisión los embates de
morfeo ante la atentas miradas de Quique Lafontaine y su hermana Bruni que
disfrutaban de la exquisita noche.
Para mí fue una actividad especial porque me dio motivos para recrear
viejos encuentros con Salvador y Reinaldo.
Una noche que me motivó a convertirme una especie de cronista social de
este Utuado perdido entre montes y nieblas.
Fue una reunión exquisita, para recordar anécdotas de los años locos
cuando la vida era un poema que
atravesaba la Cordillera Central y vibraba en el Sector Barrancas de
Arecibo. Poema que se extendía por la
carretera número dos desde Aguadilla hasta San Juan y expresaba nuestros
atrevimientos, insatisfacciones, logros y deseos.
Aunque antes nos habíamos encontrado con motivo de celebrarse el día
mundial del libro en Utuado, lo cierto es que esta fue la primera reunión de
los tres en más de 25 años, espacio que
nos sirvió para recapitular los rumbos
de nuestras vidas.
Los tiempos pasan, uno envejece, a veces se vuelca en el silencio que
cubre de olvido y desatención que cubre la vida provinciana, pero la vida no se
detiene. El tiempo vuelve a reunir lo
disperso y a provocar nuevas armonías existenciales con nuevos rostros que
llenan de alegría el entorno, se comunican sin otras pretensiones que vivir,
cantar, reírse y amar. Verdaderamente me siento honrado con amigos y amigas tan
nobles. Qué más le podemos pedir a la
vida?
(Las fotos, excepto la foto de Angel y la portada de En el país de los tuertos, son del cronista Edgar Reyes Pérez).
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