Asistí al recibimiento del Presidente Barak Obama en la Base Muñiz en Isla Verde gracias a las invitaciones que nos gestionó David Leavitt de la oficina de Atlanta del Cuerpo de Paz. La verdad que no tenía otra expectativa que la de ser testigo, en primera persona, de lo que pretendía ser un espectáculo de tipo político. No esperaba ni pronunciamientos trascendentales así que mis expectativas se limitaban a la curiosidad y a ese sentimiento de estar en un momento de algún grado de significación en la vida puertorriqueña.
Fui, por lo tanto, como espectador curioso motivado mayormente de ver cómo la clase política puertorriqueña se enfrentaba a un hecho como el recibimiento del Presidente de los Estados Unidos de América.
A pesar de que mi grupo de acompañantes (mi esposa Gloria, y las amigas Ana Santiago, María Victoria Robert y Vanesa Botero) llegamos aproximadamente poco después de las ocho de la mañana, ya había cuatro autobuses llenos en el área de carga de American Airlines. Nos tocó en el quinto autobús. Inmediatamente nos sentamos comenzó a llenarse de figuras importantes del ambiente político (penepés y populares) entre ellos María (Mayita) Meléndez, alcaldesa de Ponce, Ramón Luis Rivera, alcalde de Bayamón, el senador Dalmau del PPD y alcaldes como Luis Arroyo Chiqués, de Aguas Buenas y Pedro García, de Hormigueros. Con éste comenzamos la conversación sobre sus tiempos utuadeños , cuando fue entrenador atlético en el CORMO y dejó buenos amigos en Utuado (Peco González, Pedro Rodríguez, Héctor Luis Cintrón, Víctor Díaz, entre otros).
Ya en la base Muñiz nos esperaba una larga fila de decenas de personas e espera del cacheo y las instrucciones. Había tantos oficiales de distintas ramas de la milicia como personas civiles. En la fila se podía tomar agua, pero no se podía entrar las botellas plásticas al interior, de modo que comenzó el gran periodo de sed. Adentro había una fuente de agua en una esquina del hangar pero si te movías perdías el espacio de modo que la mayor parte de la gente aguantó las dos horas de espera para que llegara el Presidente, la media hora, más o menos, que pasó en el lugar y la hora que hubo que esperar para salir del hangar, toda vez que no se permitía a nadie abandonar el caluroso salón antes de que el Presidente lo hiciera. De modo que matamos el tiempo preguntando a políticos sobre sus planes, proyectos y la situación particular de sus municipios y distritos.
Así nos enteramos que Georgie González, alcalde de Jayuya, viene para Utuado a brindar su apoyo a Ernesto Irizarry en su aspiración a alcalde de Utuado. Vimos a un Ramón Ruiz Nieves muy activo moviéndose entre alcaldes de la zona sur, buscando apoyo a su candidatura. El Senador Carmelo Ríos de Bayamón, parecía hacer campaña entre los votantes de municipios que no son de su distrito, por si acaso. El dirigente obrero Lole Rodríguez repartía cartas de reclamo al Presidente junto a otros líderes obreros como José de la Luz. La representante Brenda López González, muy elocuente siempre, tomándose una foto con Rafael Cox Alomar. Néstor Duprey reflexionando sobre los comentarios que haría por la tarde en Fuego Cruzado. Políticos populares y penepés, ansiosas amas de casa, funcionarios con sus chaquetas oscuras, tipo servicio secreto, levantando sus camaritas, secándose el copioso sudor producido por el calor de lo que parecía más que un hangar un horno. Los políticos, especialmente buscando el área de la prensa: Rivera Schatz, Luis Vega Ramos. Roberto Arango y Alejandro García Padilla, entre otros, aprovechando el acceso a las cámaras y los micrófonos. .
De modo que fue el día de la llegada del Presidente Obama y la oportunidad de algunos políticos de acercársele al presidente para tomarse una foto. Cuando abrieron el hangar para la salida, ya entrada la tarde, sólo pensábamos en comer y bebernos un par de cervezas. Más tarde, en la sobremesa, en un restaurante de Río Piedras cuyo nombre olvido, pero de exquisita comida, nos enteramos de la salida del Presidente de la Fortaleza y su desvío hasta la Panadería Kasalta en Ocean Park donde cenó un sándwich medianoche con Alejandro García Padilla. El Presidente ordenó y pagó la cuenta y el candidato del PPD salió del evento como la persona más beneficiada con la visita del Presidente. Si lo hubiera sabido hubiera cambiado el exquisito plato del restaurante (peruano?) por un medianoche en Kasalta. Regresé (regresamos) satisfecho a Utuado, pero sin el autógrafo que había planificado obtener del Presidente ya que olvidé en el automóvil de la amiga Vanessa Botero la copia de su libro Dreams from My Father que estoy leyendo. Tampoco, a última hora, apareció nuestro contacto de Casa Blanca para recibir la carta de Victoria Roberts sobre asuntos relacionados con el Cuerpo de Paz.
Algunas cosas buenas debe haber producido la visita del Presidente. Creo que Eduardo Bhatia le habló sobre el indulto de Oscar López, el prisionero político más antiguo del Hemisferio Occidental. Si ese solo hecho se produjera la visita tendría a nuestro entender, todo el valor del mundo. Bien valió la pena, entonces, pasar varias horas al calor del horno, digo, del hangar de la Base Muñiz en Isla Verde. Los eventos políticos tienen desenlaces que apenas se perciben al momento de su realización. En algún momento el espectáculo nos dejará ver su otra cara. Mientras exista esa posibilidad existirá la esperanza.
Al final no nos quedó la menor duda del carácter político de la visita de un candidato a la reelección. Me comentaba Georgie González, el alcalde jayuyano, cuando distintas son las leyes electorales entre Puerto Rico y USA. El Presidente puede utilizar los dos aviones del Air Force One para actividades políticas, hacerlo en un espacio del gobierno (una Base Aérea, protegido con funcionarios públicos, civiles y militares) y nadie dice nada. Si un funcionario en Puerto Rico hace eso llueven las investigaciones, los informes del Contralor y la Oficina de Ética, le puede costar el puesto.
Para los que dicen que la visita del Presidente no cambió nada, les pido que no lo cojan tan en serio y nos pongamos de acuerdo para empujar hacia las vías de descolonización. Lo demás es parte del folklore.