sábado, enero 12, 2013

Qué más le podemos pedir a la Vida?

                        En la foto se lee el poema dedicado a Rubén Ramos Acosta.
"Tan hermoso como el encuentro casual de un paraguas y una máquina de coser sobre una mesa de quirófano”.
Así, como lo hizo Mallarmé, hubiéramos definido el encuentro de varios poetas, una bohemia para recapitular la navidad, un poeta de las nuevas fronteras del conocimiento y varios amigas y amigos de la vida, el arte y las letras en este rincón de Puerto Rico que se llama Utuado.
Siempre hay encuentros y desencuentros que animan las gratas experiencias de la vida.  Así ocurrió el sábado cuando después de más de 25 anos pudimos estar reunidos Salvador Villanueva Machuca, Reinaldo Marcos Padua y el suscribiente.  Nuestra crónica personal en torno a la revista En el país de los tuertos, de la cual fuimos fundadores está narrada en otra crónica que verá la luz oportunamente.
El jueves, cuando ya salía junto a mi esposa para el encuentro de unos pocos amigos y amigas en el encantador chalet del amigo y colega poeta Quique Puig, me llama Reinaldo para informarme que estaba en Utuado con la segunda edición de mi poemario Pequeño Bar Nocturno y, más importante aún, que estaba con Salvador Villanueva, cenando en un restaurante de la localidad y que Salvador me entregaría copia de su libro El corazón en huelga, también en nueva edición de la editorial Los libros de la Iguana. 
Del restaurante local nos dirigimos a la casa de Quique Puig en Salto Arriba para abrir los cauces de una nueva noche en el acogedor espacio del amigo poeta.  Allí hubo excelente conversación, Reinaldo tomó una vieja guitarra y la hizo vibrara como en los mejores tiempos.  Nos obsequió exquisitos boleros junto a la queridísima amiga Maruchi, le entregamos un poema homenaje a Rubén Ramos Acosta que regresaba del viaje al mundo de los Mayas y disfrutamos de un exquisito asopado de pollo que prepararon Gloria, mi mujer y la compañera Doris Torres, con la aportación exquisita de los adobos naturales de Maruchi  (tiene que repetirse el asopado).  Unos cuantos de los conspiradores habituales se lo perdieron por confundir la fecha, la próxima vez deben estar más atentos y atentas.  Edgar Reyes, nuestro cronista en las redes sociales, estuvo con su cámara permanentemente, recogiendo detalles gráficos de la actividad y Quique Puig se sentía extremadamente alegre de la visita mientras desde una esquina Ramón Vázquez con un atuendo que me recordaba a Diego Velázquez, el pintor español, junto a su querida esposa Sara, planificaba líneas y formas para la noche. Cuando no cantaba Reinaldo dialogaba sobre literatura con la joven poeta y escritora Cynthia Montalvo, que deberá tomar en el próximo mes de agosto los cursos sobre la historia de la novela que Reinaldo ofrece a los estudiantes graduados de la Universidad del Sagrado Corazón, alentador encuentro entre un veterano escritor y una promesa literaria.   Mientras tanto Yolanda Molina Serrano tejía nieblas en una esquina del balcón que cuelga en el pequeño bosque de Quique, y Carmen Luz Rodríguez vencía con decisión los embates de morfeo ante la atentas miradas de Quique Lafontaine y su hermana Bruni que disfrutaban de la exquisita noche.
Para mí fue una actividad especial porque me dio motivos para recrear viejos encuentros con Salvador y Reinaldo.  Una noche que me motivó a convertirme una especie de cronista social de este Utuado perdido entre montes y nieblas.
Fue una reunión exquisita, para recordar anécdotas de los años locos cuando  la vida era un poema que atravesaba la Cordillera Central y vibraba en el Sector Barrancas de Arecibo.  Poema que se extendía por la carretera número dos desde Aguadilla hasta San Juan y expresaba nuestros atrevimientos, insatisfacciones, logros y deseos.
Aunque antes nos habíamos encontrado con motivo de celebrarse el día mundial del libro en Utuado, lo cierto es que esta fue la primera reunión de los tres  en más de 25 años, espacio que nos sirvió para recapitular  los rumbos de nuestras vidas.
Los tiempos pasan, uno envejece, a veces se vuelca en el silencio que cubre de olvido y desatención que cubre la vida provinciana, pero la vida no se detiene.  El tiempo vuelve a reunir lo disperso y a provocar nuevas armonías existenciales con nuevos rostros que llenan de alegría el entorno, se comunican sin otras pretensiones que vivir, cantar, reírse y amar. Verdaderamente me siento honrado con amigos y amigas tan nobles.  Qué más le podemos pedir a la vida?
(Las fotos, excepto la foto de Angel y la portada de En el país de los tuertos, son del cronista Edgar Reyes Pérez).

Acerca de mí

Mi foto
463 Campo Alegre, Utuado, Puerto Rico
Periodista, Escritor y Poeta, Ciudadano Lector