Hacia una nueva mirada al mundo pre hispánico puertorriqueño
Por Angel Maldonado Acevedo
El perro taíno, antecesor histórico de nuestro perro sato pueblerino, vivió de seguro una vez mejor vida que sus descendientes que fueron sacrificados criminalmente en el área de Vega Baja en las pasadas semanas, de acuerdo al arqueólogo Miguel Rodríguez López, autor del libro Tras las huellas del perro indígena (Ediciones puertorriqueñas, 2007). La reflexión sirvió como pie forzado para dar inicio al Simposio sobre Arqueología que tuvo lugar en la Universidad de Puerto Rico en Utuado como parte de la actividad Casa Cultural Abierta.
De acuerdo al también rector del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, los aborígenes del país sentían un gran aprecio por este descendiente del lobo siberiano que llegó a Puerto Rico unos 2,300 años antes de Cristo. “El perro fue el primer animal domesticado por el ser humano y lo ha acompañado desde siempre. En la cultura taína el perro era parte de la sociedad, un habitual, como lo ha demostrado en los estudios realizados en Punta Candelero, en Palmas del Mar y en la Hueca en Vieques”, indicó el experimentado arqueólogo.
En la cultura de nuestros antecesores el perro recibía un entierro ceremonial. En la iconografía de nuestros indios el perro aparece en dujos y otros objetos representativos de la cultura. En los propósitos ceremoniales religiosos el perro representó en el Caribe lo que el jaguar en las representaciones ceremoniales de los pueblos indígenas suramericanos, dijo Rodríguez. Los perros nunca fueron sacrificados como alimento. Solamente pudo ocurrir en situaciones de hambruna para alimenta a caciques o miembros de alta jerarquía en las poblaciones indígenas, aseguró el académico.
Sobre las características de perro mudo que le adjudicaron los primeros cronistas del país, especialmente Oviedo, Rodríguez López planteó la hipótesis de que el ladrido del perro taíno como los de algunos perros africanos, puede haber sido el producto de la domesticación. El perro en realidad no era mudo, emitía otro tipo de sonidos que pudieron tener el propósito de distinguirlos de otros animales en situaciones que se pudieron prestar a confusión con otros animales salvajes, como los lobos.
Hacia una pluralidad cultural pre hispánica
Por su parte el Dr. Reniel Rodríguez Ramos, del Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras abrió las puertas a una revisión de la cronología indígena puertorriqueña que emana, y ha sido continuada por historiadores e investigadores, del trabajo de Irving Rouse. Rouse fue el primer arqueólogo profesional en realizar estudios en Vieques hacia 1948. Sus hallazgos fueron publicados por la Academia de Ciencias de Nueva York para 1952. Su utilización de las pruebas de Carbono l4, innovadoras en la época paral fechar la cerámica de los diferentes pobladores pre hispánicos, desde los llamados pueblos arcaicos a los taínos, sirvieron de método para fechar la cronología de la ocupación del espacio de Borinkén por los diferentes grupos y razas amerindias que fueron llegando de Sur América. “Irving Rouse escribió nuestra historia precolombina, estableció la secuencia de los estudios de la cerámica y cómo los cambios de la cerámica se reflejaban en las diferentes culturas, desde los originales arcaicos, sus continuadores los ingerí hasta los pretaínos y los taínos, expuso Rodríguez Ramos.
Las pruebas de radiocarbono l4 que ha venido realizando el Dr. Reniel Rodríguez Ramos aspiran a crear una nueva cronología que alarga en el tiempo los orígenes de nuestra sociedad pre hispánica. El modelo cronológico de Rouse lo llevó a fechar la primera llegada de los arcaicos hacia el año 1000 antes de Cristo. De acuerdo a las propuestas de Rodríguez Ramos nuestra prehistoria se puede extender por 3000 años adicionales, de 4,500 a 5000 AC. Los mapas paleográficos indican que hace 6 o 7 mil años se podía caminar de Vieques a la isla de Borikén, apuntó como elemento que pudo contribuir a una convivencia de pueblos en un mismo tiempo histórico.
Este es uno de los puntos más significativos de la ponencia de Rodríguez Ramos: la convivencia en la isla de diferentes culturas en un mismo contexto geográfico y temporal. En entornos arcaicos se han encontrado artefactos de la cultura ingerí, y residuos carbónicos de productos como el maíz, la batata 6000 años antes de Cristo. Estos hallazgos del profesor del recinto riopedrense, contradicen los señalamientos de que los arcaicos fueron un pueblo cazador no agrícola.
En síntesis, las investigaciones del joven arqueólogo, basadas en examen de pruebas de carbono tienden a confirmar la coexistencia de diferentes culturas en el marco del territorio isleño. “Hay evidencia de que hubo desarrollos independientes y que no hubo desplazamientos dramáticos. La pluralidad cultural también fue parte de las culturas precolombinas,” afirmó el investigador. Esta pluralidad, indicó, lleva al investigador a cuetionar la definición de lo taíno. ¿Es el taíno un concepto ideológico o acaso definirá la diversidad que hubo en la isla?, se pregunta Rodríguez Ramos. Con este interrogante se dio paso a la presentación sobre la sacralidad del Centro Ceremonial Indígena de Caguana.
El investigador Osvaldo García Goyco exploró el aspecto mítico religioso del Centro Ceremonial Indígena de Maguana y de su entorno, especialmente la montaña del Cemí, ubicada al oeste del Parque Ceremonial. García Goyco viene exponiendo los aspectos religiosos de Caguana desde hace tres décadas. Su tesis central es que hay una alineación astronómica de los principales petroglifos del Centro Ceremonial de Caguana con la salida del sol en los equinoccios, al igual que en otras culturas mesoamericana como la Maya. En su ponencia hizo un recorrido por los mitos de los pueblos amazónicos, su iconografía religiosa basada en animales y la posibilidad de que el cemí de los taínos sea una encarnación de la tortuga. Cita al cronista Pedro Martír de Anglería de que el pueblo taíno nació en la región de Caguama, que significa tortuga en taíno.
Si la ponencia García Goyco, centrada en el análisis de la sacralizad, pero rica en ilustraciones y elementos comparativos con culturas precolombinas del continente suramericano, se alejó en momentos del rigor científico de los otros deponentes, tuvo el efecto entre los participantes, estudiantes, profesores y público en general, de provocar una curiosidad alerta que sin duda los obligará a acudir al Centro Ceremonial Indígena de Caguana con una mirada diferente. En ese sentido las referencias astronómicas, el análisis comparativo de las religiones amerindias, sus símbolos y aquellos que marcan el entorno de Caguana contribuyeron a la pluralidad que se esperaba de este primer Simposio de Arqueología.
El Primer Simposio de Arqueología se llevó a cabo en el Salon de Actividades El Bohío, ubicado en un promontorio del campus utuadeño donde según investigaciones realizadas a comienzos del siglo XX y continuadas recientemente por el arqueólogo Roberto Martínez, estuvo ubicada una de las últimas aldeas taínas de la comarca en los terrenos donde hoy enclava la Universidad de Puerto Rico en Utuado. Existe el compromiso, expresdo por el Dr. César Cordero Montalvo, rector de la Universidad de Puerto Rico en Utuado, quien función de moderador de este primer simposio, de darle continuidad al mismo con otras voces y otras investigaciones que esperan la hora de hacerse escuchar.
El autor es periodista. Dirige la Oficina de Exalumnos en UPR Utuado. Publicado en Diálogo, Periódico de la Universidad de Puerto Rico