ESCRIBIR DESDE UTUADO

                             Una visión desde una alcantarilla puede ser una visión del mundo, Alejandra Pizarnik

Recuerdo el poema del epígrafe de una revista literaria de los años 70 del pasado siglo. Lo traigo a la atención por representar una definición de la importancia de la perspectiva, del punto de vista, de los referentes del sujeto en este mundo que a mucha gente le resulta muy cambiante pero que a nosotros, los que vivimos en una aldea, nos resulta casi siempre inmutable, a no ser por las estaciones que nos rondan. Comienzo con esta divagación porque escribo desde Utuado. Intento lanzar una mirada de perfiles universales, ubicarme sobre las olas del discurso de lo cambiante, pero debo reafirmar que escribo desde Utuado, que es como escribir desde ninguna parte. Una vieja canción utuadeña habla del Utuado de mis sueños. El Utuado de los sueños se fue Rio Bibí abajo. Hace tiempo se lo llevaron las corrientes de la indiferencia, de la apatía, del desajuste económico, de la muerte de la agricultura y de tareas artesanales que antes eran nuestras señas de identidad.

De modo que escribo desde Utuado, pueblo marcado por el olvido, la apatía. Escribir desde Utuado es como sonar lo imposible, como construir espejismos en las colindancias de cada atardecer. Es una tarea que bordea los espacios de la inutilidad, pero sigo escribiendo porque escribir desde Utuado es una costumbre que se volvió misión, y se siente como un deber que llama desde todos los lugares especialmente desde ese paisaje siempre verde que me rodea, aquí en mi rincón de Campo Alegre.

Escribo desde Utuado porque es lo único que conozco y porque no sé hacer otra cosa. Antes lo hice desde otras plataformas, ahora desde esta bitácora y de tiempo en tiempo desde poemas, relatos y canciones. Pronto lo hare desde un texto que llevo trabajando un par de años. Es posible que me repita, que toda la obsesión de referente que es mi pueblo ahogue un poco otros mundos que estén reclamando expresión. Es posible también que a nadie interese lo que escriba. No soy narrador de grandes historias, sino de sinuosidades cotidianas, de rincones olvidados, de rostros que desaparecieron. Me llama lo marginal, lo pasajero, lo invisible por obvio. En los futuros días iré desmadejando un poco algunas de las cosas que me preocupan, siempre con la perspectiva que ya no se puede borrar: la de la provincia. Pero también desde la provincia se puede ser universal. Que nos llamen aldeanos. Ya pasaron los tiempos del vuelo imaginario por los escenarios del mundo. El viaje es para adentro, por las orillas olvidadas de este pueblo y sus campos aledaños.