lunes, octubre 22, 2007

EL VIEJO SABOR DEL CAFÉ

EL SABOR DEL CAFÉ CRIOLLO

Saborear una taza de café negro, a la sombra de un viejo tamarindo que oteaba las lejanas serranías desde el batey de la casa de mis abuelos en el barrio Roncador de Utuado, fue una de las primeras gratas experiencias mi vida. El recuerdo de aquella taza humeante, de aquel sabor inigualable, todavía sobrevive como un secreto tesoro.
Por eso me resultó tan cercana la presentación que hiciera el Dr. Ovidio Dávila Dávila en el Conversatorio sobre Historias Locales que se llevó a cabo en la Universidad de Puerto Rico en Utuado la tercera semana de octubre
Para Ovidio Dávila, arqueólogo, descendiente de los Dávila que ayudaron a fundar la ciudad de Utuado, agricultor afincado en el barrio Ángeles, el sabor del café que aprendimos a tomar desde niño se ha perdido. Es el mismo café que nos hizo famoso en los salones de la Europa aristocrática del siglo XIX, el café que saboreaba el Papa en Roma. En sus andanzas como estudiante en Europa Dávila llegó a conocer a algunos de los mejores catadores del mundo y alguno de estos, en un atardecer londinense, le dijo que desde 1956 los europeos tampoco han podido saborear dicho café a pesar de las gestiones que se han hecho en los pasados anos por desarrollar un café de alta calidad. Café que no es una variedad del Típica que saborearon nuestros abuelos.
Se pregunta el arqueólogo e historiador qué pasó con el café puertorriqueño, el que nos llegó de Abisinia vía Martinica y que tomó el nombre de dicha isla, desde el siglo XVIII.
Todo parece indicar que la introducción de nuevas variedades de cultivo intensivo, al sol, desplazó las siembras tradicionales, que se hacían a la sombra de los viejos guabales, especialmente en la zona central montañosa. El café criollo, el del viejo sabor que disfrutaron los mayores, quedó desplazado a los terrenos baldíos abandonados. Se descontinuó su siembra, pero todavía quedan, sobre todo en el barrio Roncador de Utuado, cepas que crecen al natural, en las escasas zonas boscosas. Precisamente, apunta Dávila Dávila, en Etiopía, de donde es oriundo el café, se ha regresado a las formas tradicionales del cultivo a la sombra, más aún, se ha estimulado el cultivo silvestre del café, en zonas de bosque donde apenas lo que se realizan son senderos para su recogido.
Estará en volver a la tradición y la reintroducción del viejo café típica o Martinica, la posibilidad de regresar al viejo sabor perdido del café boricua. Tal vez ahí esté la respuesta, pero se necesitaría que las nuevas siembras de café cultivado a la sombra, reintroduzcan el café criollo, el arábigo típica que fue símbolo de nuestro prestigio en el mundo y de nuestra identidad.

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463 Campo Alegre, Utuado, Puerto Rico
Periodista, Escritor y Poeta, Ciudadano Lector