Epitafio para una revolución fracasada
Están llorando todas las estatuas.
Serás inédito
Era un relato tan breve y tan breve, que en una milísima de segundo de ofuscación el autor lo perdió entre sus dedos. De la historia quedó tan sólo el título.
El libro de las sorpresas
He tocado el paraíso, dijo el poeta, mientras sus ojos denunciaban una sorpresa que nunca terminaría.
El escritor
Desde el fondo de aquel día inútil, vacío y lento, apareció la palabra, el milagro que nunca esperaba. La vida no pasa en vano, pensó. Apuntó el signo en el papel y las otras palabras fluyeron como un río milagroso.
El plagiador
Siempre plagiamos. Alguien antes había organizado lo dicho de otro modo, aunque nunca lo hubiera hecho público. El lector siempre descubre paisajes que estaban latentes en su conciencia, o en su recuerdo. Sobre todo, somos el Cervantes que el porvenir descubrirá.
Calma
Pudriéndose inevitablemente, a una orilla de la mesa, la fruta murió en su propio perfume. Ni la boca hambrienta ni la mirada estética. Nadie se acercó. Hay vidas que se deshacen sin impacto, hundidas en su propia soledad, nadie las convoca. Nadie.
La vida breve
Jiménez, el del anuncio de las pinturas, tuvo una vida de treinta segundos cuya repetición duró unos tres meses. Casi todos se olvidaron de Jiménez. Algunos sin embargo, lo repiten en sus gestos, en la manera de expresar sus desencantos y sus descubrimientos. Como decían los antiguos, Jiménez vive.
Están llorando todas las estatuas.
Serás inédito
Era un relato tan breve y tan breve, que en una milísima de segundo de ofuscación el autor lo perdió entre sus dedos. De la historia quedó tan sólo el título.
El libro de las sorpresas
He tocado el paraíso, dijo el poeta, mientras sus ojos denunciaban una sorpresa que nunca terminaría.
El escritor
Desde el fondo de aquel día inútil, vacío y lento, apareció la palabra, el milagro que nunca esperaba. La vida no pasa en vano, pensó. Apuntó el signo en el papel y las otras palabras fluyeron como un río milagroso.
El plagiador
Siempre plagiamos. Alguien antes había organizado lo dicho de otro modo, aunque nunca lo hubiera hecho público. El lector siempre descubre paisajes que estaban latentes en su conciencia, o en su recuerdo. Sobre todo, somos el Cervantes que el porvenir descubrirá.
Calma
Pudriéndose inevitablemente, a una orilla de la mesa, la fruta murió en su propio perfume. Ni la boca hambrienta ni la mirada estética. Nadie se acercó. Hay vidas que se deshacen sin impacto, hundidas en su propia soledad, nadie las convoca. Nadie.
La vida breve
Jiménez, el del anuncio de las pinturas, tuvo una vida de treinta segundos cuya repetición duró unos tres meses. Casi todos se olvidaron de Jiménez. Algunos sin embargo, lo repiten en sus gestos, en la manera de expresar sus desencantos y sus descubrimientos. Como decían los antiguos, Jiménez vive.
1 comentario:
Hoy en un pesado y aburrido adiestramiento sobre tecnología, me refugié en tus extraordinarios micro-relatos y sobreviví las angustias y el hastío que provocan los monólogos del tecnócrata.
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